Lautaro Paniagua IyC 1 Catedra Valansi

No quise tomarme tan literal el trabajo “el espejo” pero las ultimas clases me han dejado pensado acerca de eso. Pararse frente al espejo, y preguntarnos, ¿quiénes somos? ¿Quién soy? Empezar a ir más allá y profundizar sobre el tema. ¿Pero realmente tendré el valor para hacer eso? ¿Qué pasa si desconfió aquello que me muestra? ¿Qué pasa si no me gusta lo que veo?

Debo confesar que limité mi genealogía personal a lo que considero mi “edad dorada” aquella que llega hasta los 10, donde realmente podía sonreír sin avergonzarme de ello. No he conseguido fotos después de esa edad, algunas estaban en un Facebook, el cual fue eliminado hace tiempo ya que no lo usaba. Nunca me gustaron las fotografías, cuando mamá quería sacarme una yo siempre corría o me tapaba la cara, quizás por una cuestión de timidez, de que nunca me gustaron como salía o porque no me consideraba lo suficientemente fotogénico, siempre que podía las evitaba. Actualmente, incluso en mis redes no suelo subir fotos.

Viendo aun mas ejemplos que pasaron en clase, me sigue pareciendo interesante esto de como cada fotógrafo decide que mostrar y que no y como eso cambia radicalmente las cosas. Como este se percibe o como percibe al resto, decidir captar no solo la parte exterior de la persona sino también la esencia del mismo. Como nos percibimos nosotros, pero también nos perciben las demás personas.

Valentina tiene una mirada suave. Un rostro relajado, pensativo. Al hablar escucho a una persona divertida.

Es interesante como representar a una persona en un retrato, como este se diferencia de una foto normal, al tratar de sacar a la luz una faceta más profunda de la persona que se va a fotografiar. No es solo una foto, es una foto que te cuenta algo mucho mas profundo. Sacar a la luz otro aspecto de la persona, poco conocida, escondida, darle otra mirada desde un punto de vista más humano.